El uso adecuado y el estado de los equipos de electromedicina es clave para la seguridad de pacientes y profesionales
José Antonio Carrasco Peralta Evaluador, mentor y responsable de cualificación de evaluadores de la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía
Consideraciones generales
No cabe duda que hoy día, la asistencia sanitaria se encuentra en un avanzado nivel evolutivo y que contamos con un amplio nivel de conocimiento y capacidad de resolver situaciones de salud que hace unos años eran impensables. Además, en esta evolución continua de los servicios sanitarios, los avances en las tecnologías de soporte a todos los niveles son un factor fundamental.
Pero todo poder conlleva una responsabilidad. A diario, los servicios asistenciales incorporan en su actividad el uso de equipos de electromedicina, bien como apoyo al diagnóstico o al tratamiento y seguimiento del paciente. Como bien sabemos, en el mundo de la asistencia sanitaria ninguna intervención está exenta de riesgos asociados a la misma. Pero, además, el uso de equipos añade riesgos propios a los que no se puede ser ajeno: radiaciones, hallazgos falsos, lesiones y más, en una lista demasiado prolija para el propósito de este texto.
Los equipos electromédicos quedan dentro de la definición reglamentaria de producto sanitario, que los define como todo instrumento, dispositivo, equipo, programa informático, implante, reactivo, material u otro artículo destinado por el fabricante a ser utilizado en personas, por separado o en combinación, con alguno de los siguientes fines médicos específicos:
- diagnóstico, prevención, seguimiento, predicción, pronóstico, tratamiento o alivio de una enfermedad
- diagnóstico, seguimiento, tratamiento, alivio o compensación de una lesión o de una discapacidad
- investigación, sustitución o modificación de la anatomía o de un proceso o estado fisiológico o patológico
- obtención de información mediante el examen in vitro de muestras procedentes del cuerpo humano, incluyendo donaciones de órganos, sangre y tejidos.
Estado actual: formación y cultura de la comprobación
A nivel mundial, la seguridad de los equipos de electromedicina es un foco de atención por las repercusiones que potencialmente pueden tener los incidentes asociados a ellos.
Para la Estrategia para la Seguridad del Paciente del Sistema Sanitario Público de Andalucía es un objetivo clave. Desde la Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía, a través de los procesos de certificación, evaluamos cómo las unidades asistenciales trabajan en su ámbito de gestión para que los equipos se encuentren en el estado óptimo de uso para garantizar su fiabilidad y seguridad.
Por cierto, en este tema, cuando hablamos de seguridad lo hacemos para el paciente y para el profesional que utiliza el equipo. Seguimos. Según nuestra experiencia, el principal problema histórico identificado en las evaluaciones ha sido la ausencia de cultura de comprobación del estado de mantenimiento del equipo al utilizarlo, cayendo en uno de los falsos amigos de la calidad que es el que hace suponer que los encargados de mantenimiento han hecho su trabajo ya y por tanto todo está bien.
Pero la calidad no se basa en la confianza (que por supuesto debe existir) sino en una sistemática que permita tomar decisiones en base al conocimiento. También se ha dado con frecuencia la falta de formación sistemática sobe el óptimo uso de los equipos, lo que suponía con frecuencia unos resultados erróneos o el acortamiento de su vida útil. Aunque observamos una mejora en estos aspectos, no viene mal recordar algunas claves para gestionar el uso seguro de equipos de electromedicina. Vamos a ello.
Claves para las unidades
En gestión de la calidad, es primordial tener un plan. Hay que dibujar cómo vamos a llevar este tema. Para ello, es altamente recomendable asignar una responsabilidad dentro de la unidad. Determinar qué persona va a incluir en sus rutinas de trabajo el conocimiento sobre el estado de los equipos y el manejo de la información asociada. Esta persona va a ser el interlocutor principal entre los profesionales asistenciales y los de mantenimiento. La persona responsable del control de equipos en uso en la unidad necesita incluir en su trabajo con qué información cuenta y cómo va a realizar ese control, además de disponer de canales de comunicación ágiles con el personal de mantenimiento correspondiente.
¿Y qué aspectos debe controlar esta persona responsable de equipos? Pues básicamente el estado de mantenimiento (preventivo y correctivo) en el que están los equipos en uso en la unidad, y la adecuación de la formación recibida por sus compañeros de unidad sobre el uso adecuado de esos equipos. En este punto, una llamada de atención importante: hay que prestar atención a los equipos en préstamo o cedidos temporalmente a la unidad, ya que corren un alto riesgo de quedarse fuera de los planes de mantenimiento y por tanto no se puede garantizar su fiabilidad y seguridad.
Es muy importante que la información fluya por la unidad. Comunicar a los profesionales quién es el referente en este tema, dónde encontrar información sobre el uso de equipos en caso de duda, cómo comunicar averías o incidencias en los equipos, y todos aquellos aspectos que sea importante ser conocido según el plan del que hablábamos más arriba.
Claves para los profesionales
Al final, es el profesional quién utiliza el equipo médico para realizar sus tareas asistenciales. Y el principio de la calidad de que no está basada en la confianza de que otro ha hecho su parte, sino en la toma de decisiones basada en el conocimiento es plenamente aplicable a nivel personal.
¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo: antes de utilizar el equipo, hay que comprobar su estado de mantenimiento y uso. Esto se puede comprobar de diversas formas: uso de pegatinas, código de barras, comprobación periódica mediante un listado realizado por el responsable, informe periódico por parte del servicio de electromedicina del estado de mantenimiento de los mismos, etc. La única condición es hacerlo de la manera prevista en la unidad.
Por otra parte, cuando un profesional debe hacer uso de un equipo, debe conocer perfectamente cómo hacerlo. Para ello debe tener localizada esta información o solicitar ayuda (informativa o formativa) para ello. Y también debe conocer cómo comunicar adecuadamente cualquier avería o incidencia ocurrida durante su uso, para que pueda ser gestionada y resuelta a la mayor brevedad.